Nota

"La noche"
(En la montaña.)

La noche envuelve a la tierra
con sus negros pabellones,
y en el espacio infinito
brillan miriadas de soles.
Espléndida se levanta
la luna en el horizonte,
y vaporosos celajes
sus blancas luces recogen.
No es la imagen de la muerte
dentro de las selvas la noche;
que se alzan por todas partes
dulces y extraños rumores.
El eco de los torrentes
viene de lejano bosque,
mientras al brillar la luna
cantan, sin saberse en dónde,
pájaros desconocidos, 
desconocidas canciones.
Se oye crugir la maleza
y luego el pesado roce
de los tigres que en la loma
cruzan pujando feroces.
Aúllan en las cañadas
los lobos y los coyotes,
y brillan entre la yerba
mil insectos zumbadores,
que como estrellas perdidas,
fosforescentes, veloces,
tan pronto surcan la tierra
como en las hojas se esconden,
de los árboles soberbios
en que cantan sus amores
los jilgueros en las tardes
y en la aurora los zenzontles.
Una ráfaga de viento
llega rápida, y se oye
crugir el añoso tronco,
y sordo luego, recorre
aquel rumor misterioso
la virgen selva, y entonces
se interrumpen de repente
todos los otros rumores,
porque el ángel de las sombras
cruzando va por el bosque.

Riva Palacio, Vicente, “La noche” en Páginas en Verso, México: Librería La Ilustración, 1885, pp. 60-61.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *