Joseph Antonio Alzate y Ramírez (1737-1799)

por Manuel Antonio Valdés

Joseph Antonio Alzate y Ramírez

Gazeta de México, tomo IX, núm. 28, 4 de marzo de 1799, pp. 219-223.

El día del mes próximo anterior falleció en esta ciudad a los 61 años cumplidos de edad el señor don Joseph Antonio de Alzate y Ramírez, presbítero de este arzobispado, sujeto ciertamente digno de que se empleara en su elogio otra pluma adornada de la facundia y elocuencia que mendiga la mía; pero como a estos defectos añadiría el de la ingratitud si no correspondiera en esta ocasión con las mismas demostraciones de amistad que siempre merecí, desde luego procuraré dar la idea que pueda de su relevante mérito, confiando que los lectores disimularán sus defectos en vista de la verdad con que se forma.

Nació este benemérito americano en el pueblo de Ozumba de la provincia de Chalco, de padres igualmente nobles y virtuosos, numerándose ramas del fecundo tronco que produjo a nuestra celebrada Sor Juana Inés de la Cruz, Fénix aclamada de su siglo por su sobresaliente numen poético y vasta literatura, de quien fue sobrino nieto nuestro Alzate. Trasladado a la capital emprendió la carrera de los estudios que lo proporcionaron al sacerdocio; y habiéndolos concluido, continuó con aquellos a que lo conducía su genio, inclinado desde entonces a investigar los arcanos de la naturaleza. Las ciencias naturales, las matemáticas, de que adquirió luces nada comunes y profundos conocimientos, fueron desde su infancia los objetos favoritos de sus entretenimientos, dándose a ellas con tanto tesón y constancia, que negado a toda concurrencia pública, y retirado siempre a semejanza de los estoicos, sólo fue conocido por sus escritos y de aquellos pocos genios análogos al suyo.

Gastada gran parte de su considerable patrimonio en hacerse de los mejores autores que tratan de la verdadera física, y en acopiar instrumentos proporcionados para las observaciones, comenzó la serie no interrumpida de experimentos que le granjearon un no vulgar nombre, y que en parte hubieran felicitado a la patria, si como fueron celebrados de los imparciales, hubieran sido adoptados por todos aquellos a quienes se dirigían. Tales fueron los relativos a introducir el aire necesario para la respiración en las minas abandonadas por su falta.1 Los dirigidos a perfeccionar el beneficio para la extracción de la plata y sobre la mineralización. Los repetidamente controvertidos sobre la reforma de los malacates, etcétera.2

Pudiera haber abandonado ese plan de vida en vista de los amargos frutos que le producía; pero como por otra parte se había hecho su pasión… por amor a la causa común, la investigación de los secretos de la Naturaleza, la propagación de inventos que juzgaba útiles, e impugnar opiniones y prácticas que le repugnaban, lejos de amilanarse cuando no correspondían los éxitos a sus deseos, si veía se le frustraba una tentativa, emprendía otra de la misma o de distinta clase. Puede decirse que así en esto como en producir escritos, raros le habrán aventajado en la constancia; pues aunque por superiores determinaciones se vio en dos ocasiones precisado a interrumpir sus tareas, las continuó inmediatamente que halló proporción para ello. Así se verificó con los primeros Diarios literarios que publicó semanariamente desde marzo hasta mayo de 68; que continuó al cabo de cuatro años, aunque variando el título,3 y que interrumpidos también por semejante acontecimiento que los otros, volvieron a ver la luz pública en el de 87 con el de Observaciones sobre la Física, Historia natural y Artes útiles.

Cuan vastos fueran sus conocimientos en estas materias lo califican la diversidad de especies promovió y disputó relativas a estos ramos, entre las cuales se encuentra un crecido número de producciones originales, partos de su continua meditación y repetidas observaciones, y otras mil, a más de peregrinas, o vertidas con novedad, o ilustradas con notas oportunas. ¿Y cuántas de éstas leyó y estampó París más de una vez con aprecio, celebrando las no vulgares luces de este digno socio corresponsal de aquella célebre Academia?4 Si este papel ofreciera el campo necesario, se haría un exacto índice de las materias que trató con magisterio; pero debiéndome ceñir a lo que el tiempo proporciona, me contentaré con remitir a los lectores a los expresados periódicos y a los que posteriormente publicó.5

No acomodándose a continuar viviendo en una inacción tan contraria a su genio laborioso, apenas suscité de la Gazeta Política el año de 84, luego comenzó a ilustrarla con varios artículos, en que igualmente se encuentran muchas juiciosas reflexiones, pensamientos muy raros, y especies harto interesantes, principalmente en lo relativo al ramo de agricultura. Las de las siembras extemporáneas de maíz serán un eterno monumento de los cuidados que le debió la patria en los años calamitosos de 86 y 87.6

Ni se contentó muchas veces con que salieran por garantes de sus asertos las nociones y conocimientos especializados que había adquirido acerca de la materia que era objeto de sus observaciones y raciocinios; sino que para que […] la experiencia en vista de los resultados, emprendió a costa de grandes dispendios dilatados y penosos viajes, para cerciorarse de unas cosas, indagar otras, y poder refutar otras que corrían impunes como ciertas aun entre gentes sensatas. ¿Cuánto no trabajó para rectificar las noticias acerca de la producción de la grana? ¿Cuánto para perfeccionar los salitres? ¿Cuánto para plantear una especie nueva de jabón?7 ¿Cuánto para llegar a verificar en sus últimos días la fábrica del acero? Y convirtiéndome a otro género de empresas, ¿cuánto para formar notas a la Historia antigua de México del abate Clavijero?8 ¿Cuánto para desempeñar el carácter de socio del Real Jardín Botánico de Madrid?9 ¿Cuánto para arreglar el plan de división de parroquias de esta capital?10 Cuánto… pero faltaría a lo propuesto si emprendiera… las innumerables cosas en las que trabajó intelectual y personalmente.

Estos repetidos viajes contribuyeron en gran manera para que en varias ocasiones tratara con acierto sobre puntos geográficos, para que describiera muchos países del reino, tratara de sus climas y producciones11 y nos presentara noticias que no se encuentran aun en autores regnícolas de primera nota.12 A éstos se deben los descubrimientos de varias medicinas, y a éstos el que tengamos más nociones de las prácticas de unos países, de las producciones, costumbres y artefactos de otros.

En lo relativo a la maquinaria no es decible cuánto trabajó nuestro Alzate. Dejando aparte las propuestas y soluciones de algunos problemas que lo indican, y también lo que dejamos apuntado acerca de la reforma de los malacates; bien será recordar lo que trabajó para facilitar el ascenso de las campanas y conducción de moles de excesivo peso; y aunque alguna de sus producciones quiso venderse como parto de otro ingenio, ya el suyo tuvo cuidado en tiempo oportuno de disipar las nubes que ofuscaban la verdad, hasta desimpresionar al público.

No sólo fue útil a éste con los escritos propios que le dirigió, fuelo también proporcionando campo en sus papeles a otros muchos de mérito sobresaliente con que algunos eruditos y celosos patriotas13 quisieron concurrir a sus loables designios en obsequio y utilidad de sus semejantes.

Es cierto que lo claro, picante y aun inmoderado de su crítica le concitó muchos émulos y engrosó el bando de sus rivales; pero también es cierto que por este medio nos puso a cubierto de la maledicencia de los extraños, e hizo que algunas piezas salieran a luz purgadas de defectos que en otras circunstancias las obscurecerían; y a la verdad si en una u otra ocasión se hubiera abstenido de promover asuntos odiosos a que no era precisado, y de medir la espada de la pluma con campeones gigantes, su fortuna hubiera sido más próspera y no se hubieran marchitado los laureles con que se coronaba.

Sin embargo de todo su mérito no se escondió a los excelentísimos señores virreyes, ilustrísimos señores arzobispos, tribunales y cuerpos superiores; en vista de él se sirvieron comisionarle para varios asuntos de importancia, como que dictaminase sobre la construcción del Molino de pólvora cuando se verificó su incendio el año de 78,14 sobre el alumbrado diario de esta ciudad, conducción de nuevas aguas a ella.

No contento de verse reducido a sólo dar tal cual retazo de sus escritos en mis Gazetas, emprendió la de Literatura, que comenzó a publicar en esta capital el año de 88. Ignoro el motivo porque la suspendió, aunque bastaría el de su corto expendio. Pero como de esta loable ocupación le resultaban las mayores satisfacciones, apenas se vio reducido a un método de vida tan contrario a su genio laborioso, comenzó a decaer de ánimo, a condenarse a retiro más perpetuo y a abandonarse a la melancolía. Contrájole la falta de ejercicio una hidropesía sufocativa, que procuró curarse con todos los auxilios de la medicina; pero burlándose de ellos, lo condujo por fin al sepulcro, que se le dio la mañana del día 4 en la iglesia de padres mercedarios. 

Mucho sin duda tiene que llorar México la pérdida de un compatriota tan útil y tan amante, y ojalá algunos de nuestros literatos, animados del mismo patriótico celo, emprendieran la publicación de algún periódico semejante al que con tanto crédíto y aplauso se imprime en Guatemala. Este sería el más fácil conducto para que las ciencias útiles se propagaran, se fomentara la industria, floreciera la agricultura y las artes consiguieran su última perfección.

Tuvo nuestro Alzate sus defectos, como los tienen todos los escritores; pero cotejado su número con el de las bellas producciones de su fecundo ingenio, desaparecen como a la vista de las luces del día las sombras de la noche. Terminó su carrera; pero exige el agradecimiento, y bien podré decir la justicia, que así como él tuvo presentes a otros literatos para tejerles en sus muertes los elogios correspondientes a su mérito,15 así nosotros procuramos hacer vivir su memoria. Satisfago de algún modo esta obligación con decir brevemente que Alzate sirvió al orbe literario como buen filósofo: trabajando por ser útil a la patria como buen patricio, y observó siempre una conducta arreglada como buen sacerdote.

Transcripción por Antonio Saborit

Hipervínculos por Diego Eduardo Esparza Resendiz