Roberto Diego Ortega (1955-2023)

Por Rafael Pérez Gay

Have you ever seen the rain?

Rafael Pérez Gay, “Have you ever seen the rain?“, en Milenio, Ciudad de México, 25 de agosto de 2023.

Un grupo numeroso de amigos despidió en el Panteón Francés a Roberto Diego Ortega (1955-2023). Yo lo acompañé también en la capilla ardiente. Complicaciones desdichadas le arrancaron la vida después de una intervención quirúrgica.

Roberto Diego Ortega fue poeta, traductor y durante más de cuarenta años un editor finísimo. En la trama de nuestras amistades, hizo con Delia Juárez G. una mancuerna editorial de lujo que tomó forma en El Cultural, suplemento de La Razón.

No hay lugar más inclemente para el recuerdo que el ataúd de los seres queridos, pero al mismo tiempo no conozco sitio más real para la memoria. Así es la muerte. Conocí a Ortega hace cuarenta y cinco años en el desaparecido restorán de comida española El Chico donde nos reuníamos los integrantes del consejo de redacción del suplemento La Cultura en México. Joaquín Blanco comandaba las tareas editoriales e ideaba la forma en la cual engañaríamos a Monsiváis para colar nuestros textos. Luis Miguel Aguilar, gran poeta y editor de fuste y fusta se encargaba con mano suave y firme a la vez de corregir aquellas páginas y darles rumbo editorial.

Ortega se había convertido en esos años setenta en una máquina para fabricar buenos ensayos, escribía diez cuartillas con rigor y rapidez cada semana. Luego hizo una pausa y viajó a Londres y más tarde a París, donde vivió un par de años.

No sé si fue Antonio Saborit quien por primera vez lo llamó “Bob”, en alusión al cuento de Onetti, “Bienvenido Bob”. Sé que Sergio González Rodríguez colaboraba con furia de juventud en las páginas de Diva, una de las intrigas editoriales del Bob.

Ortega era entonces un joven guapo de pelo hasta los hombros, poeta culto dueño de la noche y sus fulgores, de carrera larga. Lo acompañé en el río caudaloso de madrugadas donde se perdían nuestras vidas, le seguí los pasos y aprendí con él todo el rock de los setenta que él conocía de memoria.

Ortega valoraba el silencio. Mientras incendiábamos las mesas hablando de libros, cine o política, él interrumpía y preguntaba: ¿y el amor? Dominaba la ironía oculta. Muchos días nos trajo fritos con una frase: Have you ever seen the rain? Yo estaba seguro que se trataba de una tempestad shakespeareana, pero en realidad su mensaje era una línea de una canción de los Creedence Clearwater Revival. Lograba estas bromas con una voz grave de barítono enamorado.

Así las cosas. Buen camino, Bob.


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