Enrique González Martínez (1871-1952)

Por Enrique González Martínez

Enrique González Martínez

González Martínez, Enrique. Misterio de una vocación. El hombre búho, prólogo de Enrique González Rojo. México, EOSA, 1985, pp. 35-36.

Un día, estando solo, poco más en aquella soledad que nos acerca a lo distante, pensé era ya hora de recordar. Enemigo como he sido siempre de consignar en diarios íntimos y en apuntes de viajes los sucesos del vivir cotidiano, me sorprendí de súbito movimiento interior que me incitaba a posar de nuevo la planta sobre las huellas casi perdidas de una existencia que soñó con transcurrir en indiscreción silenciosa. Entré en cuentas conmigo mismo, y advertí que el impulso de hacer al papel cómplice del deleite retrospectivo, no obedecía móviles de engreída vanidad ahorcada ya, si alguna vez la tuve, en el poste ignominioso que alzaron para mí fracasos y derrotas, bajo el encapotado cielo de responsabilidades ineludibles. Tampoco era noble impulso de rehacer la vida, porque ya no era tiempo. El deseo de relatar mis experiencias, mis reacciones íntimas, para definirlas y puntualizarlas, provino de un hecho vulgar.

Cierta noche, ya metido en la cama, mientras le entregaba la lectura de uno de tantos libros que nada dicen al cerebro y al corazón y que sólo engendran, con el sopor físico, el olvido infecundo, venciome el sueño y dejé escapar el volumen de las manos. El ruido que produjo la caída me despertó. Y entonces me di cuenta de que en la fracción de segundo comprendida entre dos vigilias, en aquel leve parpadeo, tan fugaz que se hurtaba a la medida del tiempo, había asistido yo,  como en la proyección de una cinta cinematográfica, al repaso total de mi vida. Había vuelto a vivir mis propios años en un desarrollo claro y preciso de todo lo esencial, con la eliminación de lo superfluo; en una estilización perfecta donde los hechos se sucedían y explicaban lógicamente, encadenados unos a otros sin que se echara de menos un eslabón perdido; en una trabazón coherente y en una síntesis milagrosa…

Decidí entonces escribir estas páginas pensando en ti, amada y amiga, deseo siempre alerta y presente sin fin. Nuestras almas, como todas, “juegan al escondite” y serán siempre “un arcano enfrente de otro arcano”. Pero, tal vez, cuando sepas un poco de lo que he sido, atisbes algo de lo que soy.

Transcripción y edición por Miguel Ángel de la Calleja

Hipervínculos por Verónica Yaneth Galván Ojeda